"Cazafantasmas" 1989 - Ivan Reitman


EL REGRESO DE BILL MURRAY Y SU EQUIPO DE ELIMINA EXPECTROS
El reciente trailer de Cazafantasmas 3, o lo que es lo mismo "Las Cazafantasmas" me empuja a hablar de su antecesora, la jocosa "Cazafantasmas 2". 5 años después de los acontecimientos ocurridos en la primera aventura, llega de nuevo la hora de "nuestros chicos"... puesto que la ciudad de N.Y. había olvidado a los Cazafantasmas. Obligados ahora a subsistir como puedan Aykroyd y Hudson (Ray y Winston), tienen que asistir a orfanatos y colegios para hacer de payasos animadores de fiestas infantiles mientras Egon (Ramis) se dedica a sus estudios científicos y Venkman (Murray) presenta un programa de televisión de segunda clase con temática paranormal. 

 

La apatía de nuestros muchachos y las añoranzas de la gloria pasada se hace patente en sus aburridas vidas que se han vuelto patéticamente cotidianas hasta que los fantasmas vuelven a asolar la ciudad que nunca duerme. Cazafantasmas 2, inferior a todas luces a su antecesora aún así tiene elementos que la hacen todavía simpática y bienintencionada. La amenaza fantasmal en esta ocasión viene dada por un espectro encerrado en un cuadro que responde al nombre de Viggo, un antiguo tirano cárpato hechizado (Wilhelm von Homburg), dicho cuadro está bajo la supervisión de un proceso de restauración al cargo de Sigourney Weaver (Dana Barret, ex-amante de Veckman y anterior cliente de los Cazafantasmas).

 

El hijo de Dana Barret será el cuerpo elegido por el espectro cárpato para volver a la vida sirviéndose de la obediencia del encargado del museo de Manhattan, un patoso Peter McNicol que ayuda a Viggo a modo de fiel lacayo. En esta secuela quizá a modo de sensiblera moraleja se induce a mostrar que el mal carácter, el odio y la antipatía son capaces de crear un viscoso y rosa fluido mucoso que recorre en forma de río el alcantarillado de la ciudad de New York, que no es sino la esencia de toda la negatividad de sus ciudadanos y que los fantasmas y espectros aprovecharán para instaurar su reino de terror. Así que "lo fantasmal" no es más que el caldo de cultivo del mal comportamiento de unos con otros en la ciudad neoyorquina, y que los 4 cómicos atrapa espectros reorientarán hacia el bien utilizando sus famosos rayos de sus mochilas nucleares. Mucho cachondeo, cantidades ingentes de mocos rosas y música gospel unido todo ello al mayor símbolo que une a los ciudadanos americanos que se precien (la estatua de la libertad), con el monumento erigido en la isla Ellis surcando el río Hudson y paseándose por las avenidas callejeras para levantar energía positiva, provocarán la desaparición del mal comportamiento para que los Cazafantasmas puedan enfrentarse al terrorífico tirano pintado en un lienzo. 
En la secuela de Ghostbusters el humor absurdo presidido por Bill Murray con sus chicos, protegiendo de nuevo a Sigorney Weaver y a todo New York destila muy buen rollo y mucho efecto especial junto a la cañera música de Ray Parker Junior y Randy Edelman. Los Cazafantasmas en su segunda aventura son capaces de nuevo de echar a todo el mundo a la calle para infundir ánimo, alegría y festivalera sintonía, divirtiendo al espectador en una secuela que cumple con su misión. A los mandos, el director con especial mano para la comedia alocada (Ivan Reitman)... ahí es nada. Me quedo entre otras, con secuencias tan irónicas como el desafío alocado de Venkman al amenazador retrato en el cuadro mientras le saca fotografías Polaroid, como si el espectro del lienzo fuera una modelo de revista, a la vez que le grita: -¡¡Sí, Sí, vamos, destrózame!!-, añadiendo como curiosidad la cara del estupefacto Cheech Marin (actor fetiche de Robert Rodríguez) al ver al Titanic atracando en el puerto con sus fallecidos pasajeros pululando con sus almas en pena, espetando: -Bueno, mejor tarde que nunca-. Precisamente, es lo que ocurre con Cazafantasmas 3, 27 años después...¡Ya era hora! ¿A Quién vas a llamar?

 

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